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Referencias y Anexos / Tecnólogas y programadoras

Es hora de regresar

Fuimos pioneras del código.#EsHoraDeRegresar.

Han pasado más de 100 años desde que se empezó a conmemorar el Día de la Mujer Trabajadora en el mundo, y aún es evidente la falta de oportunidades profesionales para las mujeres en varios espacios. Uno de los sectores con mayor desigualdad de género es el tecnológico y no siempre fue así.

De hecho, la programación comenzó como una carrera considerada “femenina” y muchas mujeres fueron pioneras de la programación. Sin embargo, estereotipos sembrados con el boom de la computadora personal alejaron a las mujeres de la tecnología.


Las computadoras modernas se crearon durante la Segunda Guerra Mundial y cientos de mujeres fueron reclutadas para programarlas. En ese entonces, los hombres se interesaban más por el reto ingenieril de construir una computadora (lo que ahora llamamos el “hardware”) y la programación (lo que ahora llamamos el “software”) era un terreno desconocido por muchos y hasta subestimado erróneamente por esa falta de conocimiento.

La menor atención de los hombres por este espacio, abrió oportunidades para que muchas mujeres lo tomaran y se convirtieran en pioneras de la programación. Una de ellas fue Grace Hopper, quien creó el primer compilador del mundo, un programa que permite escribir código en inglés y traducirlo luego a ceros y unos que la computadora puede procesar. Grace Hopper era matemática de profesión y entró a la Naval de EEUU, donde empezó su carrera como programadora. Luego, fue una de las principales influyentes en la creación de lenguajes de programación como Cobol.

Foto de http://behindthescenes.nyhistory.org/computers-womens-work/

Otras pioneras de la programación moderna fueron “Las ENIAC Programmers”, un grupo de 6 mujeres que aprendieron solas a programar la primera computadora 100% electrónica y digital del mundo, que desarrolló EEUU en un programa militar. Su rol estuvo oculto por mucho tiempo, pero pronto va a salir un documental sobre ellas (¡por fin!).

Paremos un segundo aquí. ¿Se imaginan lo difícil que era programar la computadora ENIAC para estas pioneras? Tenía una memoria limitada en la que cabían pocas instrucciones que había que escoger muy bien; y no habían teclados y pantallas como los de ahora para revisar el código con facilidad. Había que escribirlo y luego pasarlo a la computadora por miles de cables y conexiones durante varios días, para luego ver si la computadora hacía lo que se esperaba. Y todo esto, aprendiendo solas. Sin referentes, sin internet, sin comunidades y con tiempo limitado, pues obviamente tenían roles y responsabilidades de madres y esposas en casa, como se esperaba en la época (y aún se espera).

Más info en este blog en inglés, de donde proviene el collage de fotos

Para no hacer este contexto solo sobre estados Unidos, tengo que mencionar que algunas fuentes como la enciclopedia Británica (obvio) indican que la primera computador electrónica fue más bien creada en Inglaterra. La llaman The Collossus y fue fundamental para ganar la segunda guerra mundial, descifrando códigos de los alemanes a una “velocidad electrónica”.

Y ¿adivinen qué?…también tuvo a muchas mujeres detrás en su programación, provenientes del “Women’s Royal Naval Service”.

Foto de https://www.britannica.com/technology/Colossus-computer

Bueno, basta de historia militar. Cuando la guerra terminó, las computadoras empezaron a llegar a centros de investigación y grandes corporaciones y ocurrió el primer “boom” de necesidad de programadores. En aquel entonces, las empresas buscaban especialmente a mujeres, pues casi nadie sabía programar y se creía que las mujeres podían aprender con más facilidad, por tener cualidades consideradas más “femeninas” como la paciencia, la planificación paso a paso y la atención al detalle.

Incluso la revista Cosmopolitan en 1967 recomendó a sus lectoras dedicarse a la programación, con frases bastante estereotipadas como “programar es como planificar una cena”. Obviamente sabemos que programar es mucho más difícil que eso, pero al menos éramos llamadas masivamente a lanzarnos al mundo de las computadoras.

Foto tomada de http://thecomputerboys.com/?p=239

Otro grupo de mujeres pioneras fueron las “computers” de la NASA. Si, así las llamaban porque hacían cálculos extremadamente complejos a mano antes de que las máquinas computadoras llegaran a la NASA. Luego, cuando las IBMs llegaron, ellas fueron las más capacitadas para programarlas.

Una de ellas fue Katherine Johnson, cuyos cálculos jugaron un rol primordial en la llegada del hombre a la luna. Este 5 de marzo, la NASA acaba de nombrar un Centro de Investigación con su nombre. (Tarde, pero seguro). La historia de Katherine y otras “computers” de la NASA se cuenta en una una muy buena película llamada “Talentos Ocultos”. No se la pierdan :).

Foto de https://www.ebony.com/news/nasa-renames-facility-in-honor-of-katherine-johnson/

La mayoría de estas primeras programadoras eran autodidactas, pues la carrera de Ciencias de la Computación apenas estaba surgiendo en las universidades y pocas mujeres iban a la universidad. Pero con tantos estímulos a su alrededor y la apertura de Ciencias de la Computación en más centros de estudios, más y más mujeres se acercaron a aprender a programar en las universidades. Así, la participación de mujeres en Ciencias de la Computación en los EEUU creció vertiginosamente hasta 1984, llegando a casi un 40%. Hasta que algo cambió todo.

Si es la primera vez que ves este gráfico, seguro te sorprenderás y te preguntarás ¿qué pasó después de ese pico? Te cuento…

La computadora personal (¿O la computadora para hombres?)

A finales de los 70 y principios de los 80, varias empresas empezaron a lanzar computadoras personales. Las computadoras más famosas fueron las IBM (con sistema operativo de Microsoft) y las Apple/Macintosh. La revista Time llegó a nombrar en 1983 a la computadora personal como “Person of the year” (o en este caso “machine of the year”) y personalidades como Steve Jobs y Bill Gates se convirtieron en la cara de una nueva y lucrativa industria.

https://www.zdnet.com/article/how-bill-gates-accidentally-became-the-worlds-richest-man/

Y aunque la computadora personal fue un gran avance para el mundo, representó un grave retroceso en la participación de mujeres en las ciencias de la computación. Esta nueva industria del software sentó sus bases en Silicon Valley y desde sus inicios tuvo una cultura creada por hombres que atrajo y retuvo mucho más a los hombres, que a las mujeres.

Equipo creador de la Apple Lisa. https://www.pinterest.com/pin/476044623090979495/?lp=true

Se convirtió rápidamente en una industria de hombres creando productos con hombres y para hombres, con publicidades extremadamente estereotipadas, que invitaban a los papás y a sus hijos varones a usar la computadora o videojuegos en casa, y no a las mujeres.

Estos son tan solo un par de ejemplos de muchas publicidades estereotipadas de computadoras y videojuegos de los años 80.

https://www.theatlantic.com/entertainment/archive/2015/06/clear-the-kitchen-table-how-apple-and-ibm-marketed-the-first-personal-computers/396047/

Obviamente estas publicidades no salieron de la nada. Salieron de una sociedad ya estereotipada con hombres a la cabeza de empresas y agencias de publicidad que pensaron que lo más lógico era dirigir estos productos a hombres. ¡Y qué daño nos hicieron a las mujeres curiosas por la tecnología!.

Las computadoras dejaron de ser algo escondido en un laboratorio, para ser algo presente en cada oficina y en cada hogar; algo que los chicos y hombres empezaron a utilizar muchísimo más que las chicas y mujeres. Y como esas primeras computadoras no eran tan avanzadas, requerían algo de programación de parte de los usuarios, lo cual le dio a esos usuarios hombres mucha experiencia como programadores desde su adolescencia.

Así, cuando estos hombres llegaban al primer día de clases de Computación en la universidad, ya sabían mucho más que sus compañeras mujeres y ellos se sentían superiores y ellas se sentían inferiores, pues no sabían todo lo que ellos habían aprendido usando las computadoras o videojuegos en casa.

Además, las universidades y los profesores ratificaban estos estereotipos, con pruebas muy difíciles desde el primer año que sacaban a las mujeres mucho más rápido que a los hombres; pruebas que consideraban necesarias, pues había demasiada demanda por las carreras de computación y poca oferta.

Clase actual en el MIT de Inteligencia Artificial. https://www.eecs.mit.edu/node/6885

En la universidad de Carnegie Mellon se dieron cuenta de este efecto (o defecto) y crearon un programa distinto de Ciencias de la Computación en los años 90. Decidieron abrir la carrera con dos “tracks”: una línea para personas que empezaban con experiencia en programación (la mayoría hombres) y una línea para personas que no tenían experiencia (la mayoría mujeres). Los resultados fueron sorprendentes. Primero se dieron cuenta que los estudiantes se nivelaban después de 2 años en carrera y luego notaron que muchas más mujeres completaban el programa. En pocos años las mujeres egresadas de ciencias de la computación en esta universidad pasaron de ser un pequeño 7% de los egresados a ser un 42%. ¡Qué gran ejemplo de estrategia de equidad de género!.

Pero pocas universidades decidieron cambiar el rumbo de la historia como lo hizo Carnegie Mellon. Hay un par de casos más contados en este gran reportaje del New York Times llamado “The Secret Story of Women in Coding”.

Así estas barreras y estereotipos en el hogar, la publicidad, la academia y las empresas tecnológicas, se alimentaron y fueron creciendo. El resultado fue el estereotipo del “geek programador” que aún sigue vigente en todas partes, en las empresas más famosas y hasta en la reciente serie “Silicon Valley” de HBO.

% de mujeres en tech jobs (barra color menta) en algunas de las principales empresas tech. https://www.statista.com/chart/8738/diversity-at-uber-and-other-tech-companies/

Personajes de la serie Silicon Valey al aire en HBO

¿Y ahora, qué hacemos?

Ya hay varios esfuerzos para animar a más mujeres a hacer carrera en el rubro tecnológico. En Laboratoria ya se han graduado más de 1000 talentosas mujeres y más de 750 han entrado a trabajar en más de 400 empresas en Perú, Chile, México, Brasil y EEUU. Además, hay muchas iniciativas surgiendo en la región como Talent Woman en México, +Mujeres en UX en Chile y Perú y Reprograma en Brasil.

Se necesitan muchas más mujeres y más organizaciones involucradas para hacer nuestra economía digital más competitiva, diversa e inclusiva. Además, es fundamental conocer la historia, para darse cuenta que todo ha sido culpa de absurdos estereotipos que vale la pena cuestionar y romper.

La tecnología no es femenina ni masculina. La tecnología es el presente y es el futuro, y ya es hora de regresar a un mejor balance de hombres y mujeres programando el mundo.

Te invito a seguir nuestra campaña #EsHoraDeRegresar en las redes y a participar. Necesitamos más mujeres en Tech y más padres, hermanos, amigos, profesores, empleadores y mentores apoyándolas.

Cando las mujeres dominaban el software

Cuando las mujeres dominaban el software

Las programadoras tuvieron un papel fundamental en el inicio del desarrollo de la informática, pero desde los años 80 su papel ha ido cayendo

La teniente Grace Hopper codifica problemas en una cinta perforada para introducirla en una de las máquinas calculadoras inventadas por Howard H. Aiken en los años 40.

En abril de 1967, la edición estadounidense de la revista femenina Cosmopolitan publicó un reportaje titulado “Las chicas informáticas”. Las fotos eran de una joven programadora de IBM rodeada de hombres ingenieros. “Hace 20 años [en 1947] una chica podía ser secretaria, maestra, quizá bibliotecaria, trabajadora social o enfermera”, decía el texto. “Si era realmente ambiciosa podía competir con hombres, a menudo trabajando más horas por menos dinero. Pero ahora han llegado los grandes, fascinantes ordenadores y un nuevo tipo de trabajo para las mujeres: programar”, añadía.

El sueldo en 1967 en ese nuevo trabajo podía alcanzar 20.000 dólares al año, cerca de 150.000 euros al cambio actual y tras calcular la inflación.

Antes de la llegada del ordenador personal, cuando las computadoras eran aparatos que ocupaban habitaciones enteras, las mujeres eran casi la mitad de las empleadas en programarlos. Fue un momento histórico especial, con sus características y que duró hasta mediados de los 80, según recuerda el escritor Clive Thompson en su nuevo libro Programadores. La creación de una nueva tribu y la recreación del mundo, de momento publicado solo en inglés. “Es increíble lo poco que se habla de las mujeres pioneras”, dice Patricia Ordóñez, catedrática asociada de Informática en la Universidad de Puerto Rico Río Piedras.

Grace Hopper, una de las pioneras que ayudó crear el primer ordenador, decía en Cosmopolitan, que programar es “como preparar una cena”

¿Por qué las mujeres dominaron el inicio del software? Porque era un sector nuevo y el prestigio estaba en algo cercano pero distinto: el hardware. “Una de las razones por las que en los 60 los hombres no eran programadores a tiempo completo es porque la parte sexy, gratificante era el hardware”, construir los ordenadores, dice Thompson. Ahí estaba el dinero que invertía el Gobierno y las grandes dificultades intelectuales. La programación era un punto intermedio entre los ingenieros y las secretarias: “Las programadoras de carrera no eran personal investigador, sino que servían al personal investigador”, escribe Thompson.

A pesar de su peso, los clichés de la época eran imbatibles. Grace Hopper, una de las pioneras que trabajó en la empresa que había creado el primer ordenador programable, el Eniac, decía en el texto de Cosmopolitan, que programar es “como preparar una cena”. Había que planificar “los detalles con paciencia”, decía Hopper, que añadía: “Las mujeres están hechas para programar ordenadores”. No era un comentario raro para la época: un libro de 1968 sobre cómo llegar a ser informático sugería que quien disfrutaba “cocinando a partir de un libro de cocina” podía tener aptitudes naturales para programar.

También saber coser era bueno para programar, decían. Las comparaciones eran con labores rutinarias y de atención al detalle. Nadie sabía exactamente en realidad qué era programar. Los primeros lenguajes compiladores –que traducían algo parecido a nuestras lenguas a ceros y unos– acababan de crearse. Las mujeres tenían además un pedigrí añadido por haber colaborado desde laboratorios clave como con el Eniac o en Bletchley Park en Reino Unido, que contribuyó a la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial.

Esa mezcla de valores que hacían que las mujeres se consolidaran como programadoras llegó a su cima, según Thompson, en 1984. Al principio de ese año un 37,1% de los estudiantes de informática en Estados Unidos eran mujeres. A partir de ahí, la caída. En 2012, el porcentaje rondaba el 17%. El dato es más impactante porque en otras carreras, las mujeres estudiantes aumentan desde los años 60. En medicina o derecho rondan el 50% desde unos inicios que no llegaban al 10%.

Los tres motivos de las desaparición

¿Qué ocurrió para que las mujeres desaparecieran de la informática o para que los hombres llegaran en masa a desplazarlas? Tres cosas, según Thompson. Uno, el software era cada vez más importante y las empresas empezaban a nombrar a directivos con esa formación. Una cosa era introducir a programadoras para que teclearan, otra distinta era hacerlas directivas.

Dos, la llegada de los ordenadores personales a los hogares. Los adolescentes podían trastear desde muy jóvenes con sus Commodore 64 y los padres solían regalar el aparato al niño o al menos ponerlo en su habitación. Según un estudio sobre la diferencia entre géneros de Jane Margolis, de la Carnegie Mellon University, en los años 90, los padres tenían el doble de probabilidad de regalar un ordenador a un hijo que a una hija. Y era más fácil meterse en la carrera con conocimientos previos de ordenadores, aunque investigaciones posteriores han desmontado la idea de que los hackers adolescentes son mejores licenciados en informática.

No solo eso. “Esa irrupción vino acompañada de videojuegos con narrativas bastante simples pero que enganchaban y que hizo que se empezara a popularizar la imagen del informático como un friki, un ser asocial que no se relacionaba con nada salvo con su máquina, que es un estereotipo que no funciona entre las mujeres”, explica Paloma Díaz, catedrática del Departamento de Informática de la Universidad Carlos III.

“Cuando una profesión nueva se convierte en estable, su estatus sube, hay más dinero y los hombres empujan a las mujeres hacia fuera”

Ese modelo del informático friki cuajó y tuvo consecuencias: “Se comenzó a valorar más a la persona que se moldeaba como geek, que trabajaba a todas horas, sin importarle su apariencia, ni su higiene y estaba obsesionado con la computadora. Se veían como inteligentes, se escuchaban y valoraban, y se comenzó a crear un ambiente tóxico que repelía a los que eran diferentes. Ese ambiente sigue y crea una cultura de exclusión”, cree Ordóñez.

Y tres, la llegada del dinero. “Como los sociólogos han demostrado hace tiempo”, escribe Thompson, “cuando un sector está cada vez mejor pagado y es prominente, los hombres que lo habían despreciado se apresuran a entrar”.

Así recordaba Diane Greene, ex presidenta ejecutiva de Google Cloud, en una conversación reciente con EL PAÍS, los años del cambio, en 1985: “Mi clase en la Universidad de Berkeley estaba llena de mujeres. Éramos un 30%. Todo el mundo inventaba y nadie se daba cuenta de si eras una mujer o un hombre. Simplemente hacíamos esa cosa nueva juntos. Después, un día que me encontré en un avión, pregunté a [la activista] Gloria Steinem qué pasaba, por qué era tan difícil ahora para las mujeres, por qué había tanta discriminación de género. Me contestó: 'Es muy obvio. Cuando una profesión nueva se convierte en estable, su estatus sube, hay más dinero y los hombres empujan a las mujeres hacia fuera'”.

A pesar de las diferencias entre el desarrollo informático inicial con Estados Unidos, en España los porcentajes entre estudiantes de informática son parecidos. En 1985, un 30% de los alumnos de informática en España eran mujeres. En 2016 cayeron hasta el 12%, según datos de una investigación de Juan Julián Merelo y Cecilia Merelo.

En otro trabajo de estos dos autores, detectaron que “existe un punto de inflexión alrededor de los 10 años en los que las niñas dejan de tener interés por la Informática como una carrera profesional”. Este problema de percepción, que no existía al principio de la programación porque era un oficio sin pasado, es clave ahora: “Cuando una parte importante del mercado de trabajo más cualificado requiere habilidades de programación y computación, que una parte de la población se autoexcluya por motivos subjetivos, es un problema. Que perdamos parte del talento por una percepción equivocada de esta profesión, es un problema”, explica Díaz. “Hay que mostrar a las chicas que es una carrera profesional más, con grandes, medianas y pequeñas figuras, y sobre todo con un gran mercado laboral.”

Losing Lena


Help us remove one image to make millions of women feel welcome in tech.

http://docemiradas.net/la-unica-mujer-en-la-habitacion/|La -unica mujer en la habitación]]

En 1972, Lena Söderberg, una joven sueca de tan solo 21 años y recién llegada a Estados Unidos, aceptó una oferta de trabajo como modelo para una revista. El trabajo era para Playboy, siendo portada en noviembre de ese año una de las capturas, donde ella aparecía desnuda de espaldas con un sombrero azul.

Al año siguiente, un equipo de ingenieros de la Universidad del Sur de California buscaba una fotografía con la que probar un nuevo desarrollo de software para digitalizar y comprimir imágenes. Un componente del equipo (todos eran hombres), ofreció su ejemplar de Playboy, porque era la década de los 70 y llevar esa revista al trabajo era lo habitual y bien visto.

La prueba funcionó así que distribuyeron la imagen comprimida a más colegas de profesión para que pudieran hacer lo mismo con sus propios algoritmos y así comparar los resultados (esta investigación sentó las bases para lo que luego se convertiría en el formato JPEG). A partir de ese momento, la fotografía de Lena se convirtió en el estándar de pruebas de compresión. Aparece en papers de investigación, libros de texto y hasta en el último capítulo de la famosa serie Silicon Valley, me encontré con ella en una de las escenas.

Y es que aunque la tecnología y los ingenieros que trabajaban con ella envejecieron y cambiaron, la imagen de Lena no. La propia protagonista, que ahora ya es abuela, dice “Dejé de ser modelo hace mucho tiempo. Es hora de que también me retire de la tecnología». El movimiento para “jubilar” a Lena lleva activo ya dos décadas. Algunas revistas científicas ya no aceptan investigaciones que utilicen a Lena. Y se hizo en 2019 un documental con el que yo descubrí esta historia: “Losing Lena”.


Lo interesante de este documental es que no se centra solo en su historia. Habla también de los pequeños detalles, a veces muy sutiles y otras veces no tanto, con los que se les dice a las mujeres que no pertenecen a la industria de la tecnología, que no son bienvenidas. Por ejemplo, cuenta la historia de Maddie Zug, una de las pocas chicas en una clase de inteligencia artificial que en 2014 recibió la imagen de Lena en una tarea de programación. De inmediato, ser una de las pocas chicas en una habitación de adolescentes que resoplaban y se reían ante la foto de una mujer desnuda, se convirtió en una situación realmente incómoda para ella.

Muchas personas estamos trabajando para que más niñas y jóvenes elijan en libertad y sin condicionamientos su futuro profesional, no descartando las carreras de ingeniería por la acción de sesgos y estereotipos. Pero qué pasa con las pocas que han llegado y llegarán: que les tocará en muchas ocasiones enfrentarse a ser esa única mujer en la habitación. Y el problema muchas veces no es que sus compañeros las vayan a tratar mal ni mucho menos, pero sentirte sola o diferente es una sensación complicada. De hecho, me viene a la cabeza la historia de Anita Borg, una referente en el mundo de la tecnología, que fundó Systers Borg, la primera comunidad online para mujeres en la tecnología, tras asistir a una conferencia con poca presencia femenina y reunirse en el baño con las pocas que había. Allí se dieron cuenta, al ser las únicas mujeres de la sala, que necesitaban agruparse y sororidad, mucha sororidad. Como curiosidad, que sepáis que en 1992, cuando Mattel Inc. empezó a vender una muñeca Barbie que decía que la clase de matemáticas es difícil, las protestas que se iniciaron en Systers jugaron un rol fundamental para conseguir que eliminaran esa frase.

En 2019 Pixar también lanzaba un corto en esa línea: Purl, una madeja de lana rosa que llega a una oficina donde el resto de compañeros son iguales entre sí y muy diferentes a ella. Es, según su directora Kristen Lester, una fábula acerca de pertenecer, de tratar de encajar en un sitio en el que podrías parecer ajena y del cómo las circunstancias pueden hacerte ceder hasta el punto de perder tu identidad: “está basado en nuestras experiencias propias. En mi primer trabajo en el mundo de la animación yo era la única mujer en la sala, así que, para seguir trabajando en lo que me gustaba, me convertí en uno de ellos”. De hecho, purl es una palabra inglesa que define cuando tienes un jersey de lana y se te sale un punto. Un material excelente para llevar a las aulas:


Ya es hora de retirar a Lena de la tecnología y de decirles a nuestras niñas, jóvenes y profesionales que son bienvenidas, que pertenecen a este mundo tanto como los hombres y que no estarán solas. Y si lo están, no son ellas las que tienes que cambiar ni perder su identidad. Me quedo para el cierre de este post con esta frase de Diane Boettcher:

En lugar de pensar en ti como la única mujer en la habitación, se la primera mujer en la habitación.

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